Dice Arrimadas que "intentará que la ideología de Podemos no triunfe en lo económico". Y lo repite varias veces, supongo que para dejar claro que ese y no otro es el sentido de su retorno al centro (liberal). Que en unos momentos como estos el presunto partido liberal se centre y se limite en la crítica a las medidas económicas de Podemos es francamente preocupante.
Porque el problema de tener a Podemos en el gobierno no es que sus medidas económicas sean equivocadas sino que muy probablemente ni siquiera lo sean, porque sus medidas económicas son, en realidad, medidas de control social.
Por eso el liberal no puede limitarse a discrepar de las medidas económicas de Podemos como si pudiese salvar todo o parte de lo demás. Como si pudieran discrepar sobre el precio de las macarillas para juntarse después a celebrar el 8M sin que se les measen encima y dijesen que llueve. Porque para Podemos la economía no es “una parte más”, sino la parte fundamental.
El problema de las medidas económicas de Podemos es, simplemente, que Podemos tiene un problema con la economía que no es, como le gustaría pensar a Arrimadas, un problema técnico y secundario, sinó ideológico y fundamental. Es el problema que tiene con el libre mercado, que no es por mercado sino por libre. Porque pretende, por decirlo en liberal, ser un espacio de libre intercambio y basado en un conocimiento tácito, práctico y colectivo.
Un conocimiento semejante no es, para ellos, posible más que como ideología impuesta por la clase dominante. Por eso es sospechosa la tradición, por eso es sospechoso el mercado y por eso es sospechosa la libertad (¿para qué?). Porque para Podemos la política es agonística; lucha (de clases) y proyecto de liberación y transformación. Y el conocimiento que se necesita para semejante proyecto no es tácito, ni práctico ni colectivo. Es explícito y está escrito, es teórico y es individual. Es un conocimiento que está en manos de los teóricos que han leído a Marx y a Laclau y han entendido el verdadero sentido de la historia, la naturaleza de la infraestructura económica y que pueden, por lo tanto, dirigir la revolución o como sea que les convenga llamarla ahora.
El probema de la política económica de Podemos es sólo la consecuencia lógica e inevitable de su problema con la sociedad democrática y liberal y se basa en la falacia de creer, precisamente, que la economía, las estructuras económicas, son anteriores y el verdadero fundamento de las instituciones sociales y del orden político. Y eso es lo más cerca que están del liberalismo. Por eso cuando Arrimadas insiste, en plena consciencia, en centrar su crítica a Podemos en sus “propuestas económicas” no sólo hace una crítica inútil sino contraproducente, porque legitima porque calla la visión dirigista que las acompaña y las fundamenta. Arrimadas se aparta de la batalla ideológica que viene para volver a ocupar el centro liberal. Reduce así el centro al liberalismo y el liberalismo al libre mercado en una operación de propaganda que a lo mejor le sirva pero que es mentira y es peligrosa. Porque ser de centro no es esperar que los demás te hagan el trabajo y porque la batalla que Arrimadas no quiere dar es la batalla que viene y que será fundamental para salvar, incluso, el libre mercado. Ser de centro y ser liberal sólo son lo mismo según se muevan los extremos. Según se muevan, ser liberal y ser de centro son exactamente lo contrario. Y la nada.