Nos lo tenÃa dicho ya el presidente pero ha tenido que recordárnoslo Castells, porque se ve que no estamos a lo que estamos. Que el mundo se acaba, dicen. El mundo como lo conocemos, el nuestro, al menos. Lo sabrá Castells, que es sabio y es gobierno y que es, por cierto inusitadamente honesto. Hace nada, hasta que entró el gobierno del cambio y trajo con él la democracia a nuestro paÃs, cuando a uno le pillaba el apocalipsis en el gobierno intentaba disimular. Porque hay cosas que son imperdonables, aun cuando parecen accidentes, y cabe suponer que el apocalipsis es una de ellas. Pero estos optimistas están tan acostumbrados a tomar el perdón por permiso que anuncian con toda la alegrÃa el fin del mundo porque creen que eso los autoriza a crear uno nuevo y un poco más a su gusto. Porque saben que sólo convenciéndonos de que nos enfrentamos a una crisis sin precedentes les daremos, acojonados, el permiso para aplicar todas las medidas que quieran aplicar. Deben convencernos de que esta vez no funcionarÃan las cosas que hasta ahora siempre han funcionado y que parecen muy de derechas y que ahora son necesarias medidas del todo innovadoras y sin precedentes, que en realidad se parecen sospechosamente a las medidas, de antiguo fracasadas, de sus antiguos y fracasados referentes ideológicos.
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