Aunque no lo parezca, el joven Alizzz está contento. Lo dice en su canción, esa celebrada oda a los quinquis del Baix Llobregat donde le dice a la burguesía cultural que puede comerle la poll*. Lo que pasa, nen, es que entre esas élites hay quienes, como Lluís Llach, no le consideran cultura catalana.
Lo ha explicado estos días en todas las teles y radios catalanas, públicas y semi. Delante, una élite periodística compungida, apocada, le pedía, más que explicaciones, que tampoco hacían falta, algunas indicaciones sobre qué podríamos hacer entre todos, así como país, para que se sintiese parte de esta cultura nuestra tan rica e integradora.
Alizzz fue incluso a La Sotana, que es un programa de deporte, es decir, de fútbol, es decir, del Barça, y era decir de Messi. Y lo hizo demostrando que, efectivamente, y como canta él mismo, es "un bon noi" y que no hay motivo alguno para "encender las alarmas" porque la cosa no va de idioma.
Aunque un poco sí que va de idioma, claro. Cuando se le preguntó que quién decide quién es y quién no cultura catalana, respondió con gran claridad, pero con timidez: "No sé, preguntádselo a la consellera de Cultura".
La consellera de Cultura no tiene, claro está, potestad ninguna para aclarar estos debates metafísicos, pero sí para extraer sus lógicas consecuencias en forma de ayuda, subvención y similar. Y, efectivamente, uno sólo puede ser cultura catalana por la lengua o por la pasta.
Lo segundo no lo necesita, porque entre el camino de las musas, que conduce a los Grammy, y el camino de Òmnium, que conduce a las paguitas y a las mesas redondas, él hace tiempo que eligió el bueno. Y el catalán le fue vetado, digamos, por los usos y costumbres de Castefa, donde la inmersión no es tan problemática como en Canet porque, simplemente, no se da "donde muy poca gente habla catalán, [Castefa] es de los pueblos que están en contra de la inmersión lingüística". "Es de ser inútiles".
Hasta los 18 años sólo le hablaban en catalán las profes de catalán y su abuela la de Gerona, que le acusaba de charnego cuando él era incapaz de responderle en su idioma. Charnego, decía ella, y agradecido, dirían otras. Porque Alizzz el quinqui del Baix hasta votó el 1-O y sería raro, reflexiona, que justo él fuese de los pocos que votó que no.
Pero nunca nada es suficiente para asegurarse el amor del público.
Alizzz es demasiado "bon noi" para ser el soldado que esta batalla buscaba. Bien está que el arte sea más reivindicativo, borde, quinqui y polémico que el artista. Épater le convergent sería (o era, al menos) la obligación moral del artista catalán. Pero dice algo de Cataluña en general y de los convergentes en particular que la inmersión no llegara para que nieto y abuela hablasen el mismo idioma, pero llegue justo para insultar a los convergentes en su propia lengua.
Alizzz está contento porque quiere lo que tiene, y dicen los memes que esta es la clave de la felicidad. La canción, dice, "está guapa" y "el flame está bien tirado". Alizzz está contento porque quería el casito de las élites culturales y mediáticas, la cálida y acogedora proximidad de la lengua propia, las contrataciones y la propaganda, y le ha bastado una sola canción y en ese catalán para conseguirla.
Lo que ha entendido Alizzz, y es fundamental, es que en un país con unas élites tan acomplejadas, la mejor manera de que te hagan caso es insultarlas. Porque, aunque a veces parezcas un poco "macarra", si lo haces con el tono justo sabrán que, en el fondo, eres "un bon noi".