29.5.20

La prudència paga la pena

Aquesta campanya de la Generalitat Valenciana, que sembla de conscienciació contra els accidents de trànsit però és contra el coronavirus. Una proximitat un poc pervsersa, però amb un missatge únic i molt clar: circula amb prudència. No podem circular per tu. Per això els protagonistes són tan joves. En aquest cas, segur que desproporcionadament joves. Perquè és propaganda, no informació. No és tremendista per conscienciar de la situació (a aquestes alçades) sinó per recordar-nos que cap govern pot estar a l'alçada d'un panorama com aquest. Com podem exigir al govern que ens salvi d'un virus que vola i afecta tan cruelment la gent tan jove i sana i forta? No podem. I, per si de cas, aquí tenim el govern per evitar que caiguem en la temptació. Són els mateixos governs que van prohibir el dol els que ara el monopolitzen, perquè qui plora com un nen sembla innocent com un nen. 
Ens demanen que circulem amb prudència, per espolsar-se sobre nostre qualsevol responsabilitat que els pogués quedar. Sigues prudent, ens aconsellen, però la única mostra concreta de prudència que es reclama en aquest vídeo és dur la mascareta pel carrer. Que ja sabem que molesta i que fa mal, però no siguem criatures. I se'ns reclama o, més ben dit, se'ns exigeix, aquesta prudència tan mínima i tan concreta perquè és la més inútil i la més barata de totes. No és com tancar escoles, comerços, empreses, restaurants. Això té un cost i és un cost que també paga el govern, amb els nostres diners, però també amb el seu prestigi. Els contagis en espais oberts, al carrer, són molt rars. I tot el preu d'aquesta mesura de prudència que se'ns demana, tot el preu de portar una mascareta bàsicament inútil quan sortim a passejar, el paguem nosaltres; tot el cost, per dir-ho així, recau sobre la nostra incomoditat. 
El que ens està recordant aquesta campanya és que les mesures efectives són caríssimes i que ja no ens les podem permetre. Que tot el que podem fer ara és deixar de queixar-nos i posar-nos mascareta, perquè s'ha decretat que des de la fase 0 ja som culpables de totes les infeccions que es produeixin. Com amb tota bona campanya publicitària, la Generalitat ens demana prudència esperant guanyar-hi molt més del que hi ha invertit. I en això tenen raó: la prudència paga la pena.

27.5.20

La felicidad obligatoria


La portada única es un insulto. Para empezar, y por su mensaje, a la lógica y a la inteligencia. "Salimos más fuertes" es como decir "Todo irá bien", que es como decir que los que sobrevivan estarán vivos y que los que no se queden en la calle tendrán trabajo. Cuente el Gobierno como cuente, estamos en casi 30.000 muertos oficiales. 30.000 muertos a las espaldas sólo hace más fuerte a un tipo muy concreto de persona.


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21.5.20

Be like Mike, porfaplis

Fascinantes reacciones al documental de Jordan. Que menudo carácter, el tío. Que menudo pronto tenía. Y cómo gritaba. Y qué susceptible y agresivo. Y menudo chulo era. El 6 veces campeón del mundo. El mejor jugador de la historia de la NBA. 
¡No seas como Jordan!, nos dicen. Como si pudiésemos elegir. Como si fuese posible ganar tanto con este carácter nuestro tan conciliador y con estas piernas y estos brazos nuestros, tan de filósofo, tan de crítico de sofá. Como si estas virtudes y estos defectos no fuesen una y la misma cosa. Como si lo normal fuese tener de jefe o compañero al mejor del mundo y que encima sea super campechano y amoroso. Cuando esto no pasa ni en el Barça de Messi. 
Jordan es un ser extraordinario en un mundo extraordinario. Y un lujo para todos esos compañeros que hoy pueden presumir de anillo mientras lamentan lo mal que les miraba en los entrenamientos. Tener un jefe com Jordan es un privilegio raro. Más habitual es tener de jefe a un tipo con todos los defectos de Jordan y ninguna de ser virtudes, que te apriete sin hacerte mejorar. Y lo más habitual de todo es algo incluso peor. Tener un jefe sin ninguno de sus defectos y ninguna de sus virtudes. Lo normal son los jefes mediocres aparentemente atentos y comprensivos, que escuchan y acompañan, convencidos de encarnar todas las virtudes del líder contemporáneo simplemente porque ni saben lo que quieren ni saben cómo conseguirlo. Lo normal es mucho peor que lo de Jordan.

20.5.20

Matías, su tía

El tuteo es fascista y en esta entrevista se ve el porqué. El periodista, Matías Prats, trata de usted al político, el vicepresidente Iglesias, por el debido y protocolario respeto a lo que el político representa. Es un protocolo que hay que mantener a rajatabla, porque sólo desde la respetuosa distancia que impone el usted puede uno valorar, controlar, ejercer en definitiva la razón crítica. La crítica, lo dijo Benjamin, es una cuestión de distancia correcta. Cuando desaparece esa distancia, la razón crítica no puede sino tornarse razón cínica. Y así responde el cínico Iglesias, que con su unilateral tuteo elimina la distancia democrática entre poderes para reducir al periodista a colega. Sabiendo, claro, que las responsabilidades del colega son muy otras a las de periodista y difícilmente compatibles con ellas. Sabiendo que el periodista tiene la obligación, el deber cívico, de anteponer la verdad a la comodidad del encuentra; de buscar la verdad por mucho que le pese al poder, y con más insistencia, con más impertinencia, cuanto más le pese al poder. Y que el colega, en cambio, debe por lo general conducirse de la forma opuesta, apretando menos cuanto más incomoda; priorizando la cordialidad sobre la verdad. 

Todo esto lo sabe Iglesias, lo sabemos nosotros y lo sabe también el periodista cuando aguanta el pulso y no cede al humillante tuteo. Dado que esto no es anecdótico sino fundamental, dado que esto marca y pervierte el tono, no sólo de la entrevista, sino de las relaciones entre el poder político y el poder cuarto, ¿no debería preguntarle sobre ello? ¿No debería cualquier periodista afearle al vicepresidente este tuteo? ¿Ese intento de sometimiento? ¿Ese cinismo? ¿No debería recordarle que el tuteo es fascista y emplazarlo a comportarse como un demócrata? Y, en caso de no deponer el vicepresidente en su chulesca y antidemocrática actitud, ¿no debería el periodista responder "Matías su tía" y dar por terminada la entrevista? Por respeto a lo que el político representa, claro, que no es el respeto a lo que hace sino lo que debería hacer. Pero, sobre todo, por respeto a sí mismo, a su propia profesión y al deber fundamental de proteger la libertad frente a los abusos de confianza de los poderosos.

9.5.20

No es la economía, Inés

Dice Arrimadas que "intentará que la ideología de Podemos no triunfe en lo económico". Y lo repite varias veces, supongo que para dejar claro que ese y no otro es el sentido de su retorno al centro (liberal). Que en unos momentos como estos el presunto partido liberal se centre y se limite en la crítica a las medidas económicas de Podemos es francamente preocupante.
Porque el problema de tener a Podemos en el gobierno no es que sus medidas económicas sean equivocadas sino que muy probablemente ni siquiera lo sean, porque sus medidas económicas son, en realidad, medidas de control social.
Por eso el liberal no puede limitarse a discrepar de las medidas económicas de Podemos como si pudiese salvar todo o parte de lo demás. Como si pudieran discrepar sobre el precio de las macarillas para juntarse después a celebrar el 8M sin que se les measen encima y dijesen que llueve. Porque para Podemos la economía no es “una parte más”, sino la parte fundamental. 
El problema de las medidas económicas de Podemos es, simplemente, que Podemos tiene un problema con la economía que no es, como le gustaría pensar a Arrimadas, un problema técnico y secundario, sinó ideológico y fundamental. Es el problema que tiene con el libre mercado, que no es por mercado sino por libre. Porque pretende, por decirlo en liberal, ser un espacio de libre intercambio y basado en un conocimiento tácito, práctico y colectivo. 
Un conocimiento semejante no es, para ellos, posible más que como ideología impuesta por la clase dominante. Por eso es sospechosa la tradición, por eso es sospechoso el mercado y por eso es sospechosa la libertad (¿para qué?). Porque para Podemos la política es agonística; lucha (de clases) y proyecto de liberación y transformación. Y el conocimiento que se necesita para semejante proyecto no es tácito, ni práctico ni colectivo. Es explícito y está escrito, es teórico y es individual. Es un conocimiento que está en manos de los teóricos que han leído a Marx y a Laclau y han entendido el verdadero sentido de la historia, la naturaleza de la infraestructura económica y que pueden, por lo tanto, dirigir la revolución o como sea que les convenga llamarla ahora. 
El probema de la política económica de Podemos es sólo la consecuencia lógica e inevitable de su problema con la sociedad democrática y liberal y se basa en la falacia de creer, precisamente, que la economía, las estructuras económicas, son anteriores y el verdadero fundamento de las instituciones sociales y del orden político. Y eso es lo más cerca que están del liberalismo. Por eso cuando Arrimadas insiste, en plena consciencia, en centrar su crítica a Podemos en sus “propuestas económicas” no sólo hace una crítica inútil sino contraproducente, porque legitima porque calla la visión dirigista que las acompaña y las fundamenta. Arrimadas se aparta de la batalla ideológica que viene para volver a ocupar el centro liberal. Reduce así el centro al liberalismo y el liberalismo al libre mercado en una operación de propaganda que a lo mejor le sirva pero que es mentira y es peligrosa. Porque ser de centro no es esperar que los demás te hagan el trabajo y porque la batalla que Arrimadas no quiere dar es la batalla que viene y que será fundamental para salvar, incluso, el libre mercado. Ser de centro y ser liberal sólo son lo mismo según se muevan los extremos. Según se muevan, ser liberal y ser de centro son exactamente lo contrario. Y la nada.

7.5.20

A las once en casa

La separación de poderes es una fricción de poderes. Y eso debe valer también para el cuarto poder respecto a todos los otros. Si es que el cuarto también quiere ser efectivamente un poder y no, digamos, un servir. Por eso es tan normal que el periodista critique o vacile al político como que el político vacile o critique (y digo critique y no censure, que nos conocemos) al periodista. Pero hombre, hay ocasiones y hay formas y no está el horno ni está el gobierno como para ponerse gallito con la prensa. Y todavía menos con la europea.
Por eso se equivocó Illa cuando respondió con orgullo de padre a lo que debía responder con inteligencia de gobernante. El periodista holandés había presumido de que en su país había un "desconfinamiento inteligente", como queriendo decir, y le había preguntado al ministro si nunca habían pensado que este modelo podía funcionar para España. Lo que le preguntaba era, básicamente, que por qué no tratan a sus ciudadanos (aunque en demócrata debería decirse conciudadanos, ¿verdad?) como adultos. Y el ministro respondió que sus ciudadanos son los más guapos y los más listos de la clase y que tanto el virus como los mejores profesores europeos les tienen manía. El periodista fue paternalista con el ministro y el ministro lo fue con nosotros y así nos vemos reducidos a pre-adolescentes que lo hacen todo muy bien pero que a las once tienen que estar en casa porque la noche es oscura y alberga horrores.
Somos eternos adolescentes como los de aquella serie de antaño, que ahora da título a la presenta columna y a la presente fase de la nueva excepcionalidad. A las once en casa porque a los adolescentes se les presupone la rebeldía y las ganas de saltarse las normas un poco porque sí y un poco porqué ¿por qué no?. Y se refuerza así el deber de protección y se justifica por lo tanto el liberticidio, que es siempre y como siempre por nuestro bien. A las once en casa porque la libertad del adolescente es siempre, como la nuestra, una libertad condicional. En el adolescente se presupone el confinamiento, entre el colegio y el hogar y las actividades extraescolares y todo lo demás está condicionado a su buen comportamiento. A las once en casa porque aquí ya se presupone el paternalismo de estado. Se presupone que nuestros derechos son un regalo del gobierno y no una protección frente al Estado. A las once en casa porque el arresto es la norma y la libertad es la excepción.
Lo que quería decir el periodista holandés es que en los países libres, donde se trata a los ciudadanos como adultos, se presupone la libertad y la responsabilidad de los ciudadanos y no se anuncian las horas en las que pueden salir sinó las horas y los motivos en las que no (si las hubiese). En los países libres hasta las ruedas de prensa del gobierno son más cortas, porque como nos enseñan los 10 mandamientos, que son solo 10, es más corto anunciar lo que está prohibido que lo que está permitido, precisamente porque la mayoría de las cosas están permitidas y sólo unas pocas, prohibidas. Y en nuestro alarmante estado, en cambio, está prohibido todo salvo lo que diga la prensa que quería decir el gobierno. O, mejor dicho; todo está prohibido menos lo que al momento decida el urbano que te toque en suerte.
Así nos tratan en casa y así presumen de nosotros con los de fuera, con un cariño ejemplarmente paternal. Y no debería ofenderse tanto el ministro Illa, porque si todo lo que este gobierno espera de Europa es que le perdonen los pecados, que le den la paguita y que les salve del peligro del populismo ajeno, lo que espera el gobierno es, exactamente, el paternalismo con el que lo tratan.

Publicado en TheObjective