3.3.21

Hacerse el tuerto

Estas protestas sólo son excepcionales para quien no había vivido otras, para quien no había sufrido o protagonizado otras. Es decir, para quienes olvidan demasiado rápido y para quienes nacieron demasiado tarde y justo llegan ahora a este mundo loco en el que habitamos los adultos. 

En Barcelona, y que yo recuerde, a bote pronto, en los últimos años se han quemado cosas y asaltado tiendas para protestar contra de la Guerra de Irak, la globalización, el Plan Bologna, las sentencias del Procés e incluso para celebrar los títulos del Barça de Guardiola. Las comparaciones históricas en las que se amparan estos días los revolucionarios, por ingenuos o por cínicos, para justificar la violencia, adolecen de un sesgo de supervivencia por el cual sólo nos acordamos de dos o tres revoluciones que triunfaron y no de las incuantificables que fracasaron y fracasan a diario.