Podemos no apartó a Monedero. Podemos aceptó su renuncia. Y no es lo mismo sino lo contrario, porque con ello aceptaron y legitimaron también sus falsas razones, encubriendo la verdad y convirtiéndose asà en sus cómplices.
La portavoz Ione Belarra, concretamente, que tantas lecciones de feminismo y ejemplaridad sigue dando a estas horas, la ratificó con un sentido agradecimiento: “Muchas gracias por tu incansable trabajo en Podemos pero, sobre todo, por haberte desvivido siempre por su magnÃfica militancia. Lo fácil, con todos los ataques que has recibido, era haber abandonado. Seguimos peleando juntos”. Y ratifica este sentido homenaje al presunto agresor con un corazoncito morado, el sÃmbolo que aúna lo mejorcito de la izquierda con lo mejor de la lucha feminista.
En su carta de renuncia, Monedero también habÃa hecho referencia a estos ataques. Ahora sabemos que incluÃan serias acusaciones de agresión sexual. Y que no venÃan ni de polÃticos corruptos, ni de policÃas ni periodistas ni empresarios corruptos sino de compañeras militantes de su propia organización. Lo que no sabemos es por qué en aquél momento Ione Belarra no parecÃa considerarlas tan creÃbles ni tan graves como dice considerarlas ahora. Es imposible y no debe pensarse porque hermana ellos sà te creen y las denuncias falsas siguen sin existir, pero no es asà como una lÃder feminista aparta a un pregunto agresor y eso, por connivencia o cobardÃa, le hace un flaquÃsimo favor a las mujeres que pretende representar y proteger.
Las bellas palabras y los corazoncitos morados de entonces no pueden justificarse, de ningún modo, por la intención de proteger a las vÃctimas. A las que merecen protección, claro, que son las que callan, y no las que estos dÃas denuncian públicamente su condición. Hay que celebrar, eso sÃ, que la voluntad de mantenerse en el anonimato de las vÃctimas seleccionadas por la portavoz haya coincidido hasta este insólito punto con los intereses del partido y del agresor. Pero debemos reconocer que, incluso en estas felices circunstancias, una cosa es preservar el anonimato de las vÃctimas para protegerlas y otra muy distinta y hasta contraria es preservar el anonimato del agresor y la naturaleza de su delito, como hicieron ellos. Eso sólo sirve para garantizar su impunidad y dejar inadvertidas e indefensas a sus futuras vÃctimas potenciales. Como en el caso Errejón, el feminismo más militante, ejemplar y pedagógico que ha conocido la humanidad no ha dado ni para un triste "amiga, date cuenta". Ha servido, eso sÃ, para usar el silencio y el anonimato, muy comprensibles, de algunas vÃctimas lavar la imagen del agresor y del partido. No sé si eso cuenta como culpar a la vÃctima (que habla) o como revictimizarla (cuando calla) pero es, sin ninguna duda, un nuevo hito del feminismo patrio.
Podemos no apartó a Monedero. Podemos aceptó su renuncia y con ello legitimó y aplaudió su exhibición de superioridad moral sobre la prensa, la policÃa, el empresariado, la polÃtica y el paÃs entero sabiendo que sobre él pesaban graves acusaciones de agresión sexual. Monedero, se decÃa, es un intelectual que debe volar libre para servirnos de inspiración y referencia a los demás, porque la vida polÃtica de este paÃs (y no asà en Venezuela, por ejemplo) es demasiado sucia para un hombre tan puro como él. Es algo que ha dicho él mismo estos dÃas y es algo que sabemos y entendimos desde su primera gran renuncia (sin que conste por aquél entonces denuncia alguna), cuando su amigo Pablo le dedicó unas sentidÃsimas palabras e incluso alguna que otra lagrimilla de cocodrilo deconstruido.
Consideraron, por algún motivo, que lo ejemplar de lo que tanto presumen ahora, que consistÃa en apartar de verdad y públicamente a uno de los propios por una conducta como esta y tan contraria a los principios del partido, los perjudicarÃa electoralmente. Eso es lo que piensan sobre sus propios votantes. El sectarismo que les suponen. Y este es el sectarismo que practican en justa correspondencia, perdonando a los propios lo que para los demás mercerÃa pena de cárcel y telediario. Una pena esta, la del antiguo teledriario, que, por cierto, y viendo como en esta era de las redes sociales es ya a todas luces inevitable, quizás deba ser considerada en una gran cantidad de casos como una condena más que suficiente.
Con el tiempo, y a medida que la decadencia del partido se ha ido haciendo más evidente, tanto la crÃtica como las últimas defensas de Podemos parecen ir convergiendo en el punto ciego de aceptar que, en el fondo, han acabado siendo un partido como los demás. Que este partido que debÃa ser mejor, que prometÃa ser mejor y que tanto presume de serlo, ha caÃdo en los mismos vicios que tanto criticaban. Ahora que Monedero ha caÃdo, todo el mundo recuerda el vÃdeo en el que el profesor Bastos le advertÃa sobre la ley de hierro de la oligarquÃa.
Como si lo que está pasando fuese una especie de fatalidad sistémica de la que no podÃan escapar (como el pobre Errejón del neoliberalismo) y no unos vicios y unas responsabilidades muy personales de Monedero y sus acólitos. Creo que es de justicia reconocer que esto no es asà y que Echenique tiene toda la razón el mundo cuando estos dÃas nos recuerda, insistentemente, que Podemos no es, a pesar de los muchÃsimos pesares, un partido como los demás. Porque con su forma de tratar estos asuntos ha quedado muy claro que Podemos ha sido, y sigue siendo, mucho peor.