23.2.25

Ione dilo como es. Podemos no apartó a Monedero. Podemos lo dejó volar

Podemos no apartó a Monedero. Podemos aceptó su renuncia. Y no es lo mismo sino lo contrario, porque con ello aceptaron y legitimaron también sus falsas razones, encubriendo la verdad y convirtiéndose así en sus cómplices.

La portavoz Ione Belarra, concretamente, que tantas lecciones de feminismo y ejemplaridad sigue dando a estas horas, la ratificó con un sentido agradecimiento: “Muchas gracias por tu incansable trabajo en Podemos pero, sobre todo, por haberte desvivido siempre por su magnífica militancia. Lo fácil, con todos los ataques que has recibido, era haber abandonado. Seguimos peleando juntos”. Y ratifica este sentido homenaje al presunto agresor con un corazoncito morado, el símbolo que aúna lo mejorcito de la izquierda con lo mejor de la lucha feminista. 

En su carta de renuncia, Monedero también había hecho referencia a estos ataques. Ahora sabemos que incluían serias acusaciones de agresión sexual. Y que no venían ni de políticos corruptos, ni de policías ni periodistas ni empresarios corruptos sino de compañeras militantes de su propia organización. Lo que no sabemos es por qué en aquél momento Ione Belarra no parecía considerarlas tan creíbles ni tan graves como dice considerarlas ahora. Es imposible y no debe pensarse porque hermana ellos sí te creen y las denuncias falsas siguen sin existir, pero no es así como una líder feminista aparta a un pregunto agresor y eso, por connivencia o cobardía, le hace un flaquísimo favor a las mujeres que pretende representar y proteger. 

Las bellas palabras y los corazoncitos morados de entonces no pueden justificarse, de ningún modo, por la intención de proteger a las víctimas. A las que merecen protección, claro, que son las que callan, y no las que estos días denuncian públicamente su condición. Hay que celebrar, eso sí, que la voluntad de mantenerse en el anonimato de las víctimas seleccionadas por la portavoz haya coincidido hasta este insólito punto con los intereses del partido y del agresor. Pero debemos reconocer que, incluso en estas felices circunstancias, una cosa es preservar el anonimato de las víctimas para protegerlas y otra muy distinta y hasta contraria es preservar el anonimato del agresor y la naturaleza de su delito, como hicieron ellos. Eso sólo sirve para garantizar su impunidad y dejar inadvertidas e indefensas a sus futuras víctimas potenciales. Como en el caso Errejón, el feminismo más militante, ejemplar y pedagógico que ha conocido la humanidad no ha dado ni para un triste "amiga, date cuenta". Ha servido, eso sí, para usar el silencio y el anonimato, muy comprensibles, de algunas víctimas lavar la imagen del agresor y del partido. No sé si eso cuenta como culpar a la víctima (que habla) o como revictimizarla (cuando calla) pero es, sin ninguna duda, un nuevo hito del feminismo patrio.  

Podemos no apartó a Monedero. Podemos aceptó su renuncia y con ello legitimó y aplaudió su exhibición de superioridad moral sobre la prensa, la policía, el empresariado, la política y el país entero sabiendo que sobre él pesaban graves acusaciones de agresión sexual. Monedero, se decía, es un intelectual que debe volar libre para servirnos de inspiración y referencia a los demás, porque la vida política de este país (y no así en Venezuela, por ejemplo) es demasiado sucia para un hombre tan puro como él. Es algo que ha dicho él mismo estos días y es algo que sabemos y entendimos desde su primera gran renuncia (sin que conste por aquél entonces denuncia alguna), cuando su amigo Pablo le dedicó unas sentidísimas palabras e incluso alguna que otra lagrimilla de cocodrilo deconstruido. 

Consideraron, por algún motivo, que lo ejemplar de lo que tanto presumen ahora, que consistía en apartar de verdad y públicamente a uno de los propios por una conducta como esta y tan contraria a los principios del partido, los perjudicaría electoralmente. Eso es lo que piensan sobre sus propios votantes. El sectarismo que les suponen. Y este es el sectarismo que practican en justa correspondencia, perdonando a los propios lo que para los demás mercería pena de cárcel y telediario. Una pena esta, la del antiguo teledriario, que, por cierto, y viendo como en esta era de las redes sociales es ya a todas luces inevitable, quizás deba ser considerada en una gran cantidad de casos como una condena más que suficiente.

Con el tiempo, y a medida que la decadencia del partido se ha ido haciendo más evidente, tanto la crítica como las últimas defensas de Podemos parecen ir convergiendo en el punto ciego de aceptar que, en el fondo, han acabado siendo un partido como los demás. Que este partido que debía ser mejor, que prometía ser mejor y que tanto presume de serlo, ha caído en los mismos vicios que tanto criticaban. Ahora que Monedero ha caído, todo el mundo recuerda el vídeo en el que el profesor Bastos le advertía sobre la ley de hierro de la oligarquía.

Como si lo que está pasando fuese una especie de fatalidad sistémica de la que no podían escapar (como el pobre Errejón del neoliberalismo) y no unos vicios y unas responsabilidades muy personales de Monedero y sus acólitos. Creo que es de justicia reconocer que esto no es así y que Echenique tiene toda la razón el mundo cuando estos días nos recuerda, insistentemente, que Podemos no es, a pesar de los muchísimos pesares, un partido como los demás. Porque con su forma de tratar estos asuntos ha quedado muy claro que Podemos ha sido, y sigue siendo, mucho peor.