HacÃa tiempo que no oÃamos hablar del President Puigdemont. De Puigdemont sÃ, entiéndanme, aunque más bien poco. Pero del President Puigdemont ya casi nunca. Incluso en TV3 apareció el otro dÃa subtitulado como “Junts”, por el partido al que se supone que todavÃa lidera, mientras, lógicamente, se reservaba el tÃtulo de “President” en exclusiva a Pere Aragonès. Hoy, incluso Aragonès ha tenido que re-reconocerlo como president, aunque lo haya hecho en minúsculas y por Twitter, piando sobre amnistÃa y autodeterminación pero sin decir ni pÃo sobre la independencia ni la Justicia española.
24.9.21
22.9.21
Nuestro Nam
Iceta goza de un optimismo francamente envidiable. Se dirÃa que infantil, pero sólo es progresista. Se basa en la idea de que el mañana le pertenece, a él y a los suyos, y que las penas se van cantando. Y seguramente tenga razón, porque aunque no siempre le haya salido perfecto, a él siempre le ha ido bastante bien. Por eso se presentó bailando a las elecciones catalanas del 21-D, las de después de un 155 que también fue suyo y que tantos de sus entonces rivales y ahora socios consideraron las más importantes de la historia por todo aquello de recuperar la democracia. Y se presentó el otro dÃa, creo que en la radio, diciendo que tranquilos todos que esto de la mesa de diálogo es como lo de Vietnam. Pero sin gravedad ninguna. Hay indepes (aunque queden cuatro) que plantean esta mesa casi como un tratado de paz entre potencias enemigas, pero no es el caso de Iceta. Hay ministros que plantean esta mesa como una «oportunidad histórica». Histéricos y exagerados. Tampoco es el caso de Iceta.
8.9.21
Hedonistas pero a oscuras
Se dice y se comenta que somos una sociedad muy hedonista. Pues hombre. Es cierto que nos gusta bastante comer, a menudo caro y fuera de casa, aunque también es verdad que cada vez más poke bowles y menos solomillos Wellington. Y que nos gusta beber, aunque cada vez más leche de soja y menos Old Fashioneds, porque el alcohol engorda que es una barbaridad. Y es cierto que nos gusta el fornicio, por asà llamarlo, pero parece ser que cada vez más tarde, más escaso y más virtual. Habrá quien a todo esto lo llame hedonismo en el buen sentido, pero cabe la sospecha que el buen sentido es justo lo que falta.
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